Sr. Director: La sinrazón de Puigdemont y la de todos sus corifeos que le acompañan y jalean en esta huida encaminada a transportar a Cataluña en una cápsula aislada hacia una incertidumbre cósmica, ha arrastrado a todo un pueblo tradicionalmente trabajador y sensato, como es el catalán, a las puertas de un caos social, económico y político de consecuencias imprevisibles. Un caos social porque ha quebrado la paz y la tranquilidad en la que se desenvolvían las familias, los ciudadanos y los visitantes turistas o no  de una de las capitales más queridas y cotizadas del mundo. Un caos económico porque el vértigo que produce el tsunami de empresas y sociedades que huyen despavoridas del más que seguro descuelgue europeo con el que amenaza la locura independentista, es el augurio de una descapitalización y empobrecimiento de la economía catalana Un caos político porque ha convertido la democracia y el parlamento catalán en el guiñol de una clase política que ha hecho retroceder a la sociedad de toda Cataluña al período más dramático y esperpéntico de sus histriónicas e inútiles declaraciones de independencia desde 1931. Un retroceso en el tiempo que junto a los tristes acontecimientos de estos meses, han convulsionado también a una España fuerte y unida que, sin distinción de pueblos y regiones, ha disfrutado y desea seguir haciéndolo, de la era más próspera y pacífica de Europa. Puigdemont ya es culpable ¿lo juzgará sólo la historia…? Jorge Hernández