Sr. Director: Hace diez años el sistema público de transporte londinense se vio paralizado como consecuencia de un cuádruple atentado terrorista. Fueron asesinadas cincuenta y dos personas. El Reino Unido les ha rendido homenaje en un clima de alerta máxima que se extiende a la mayor parte de las ciudades europeas. El yihadismo ha golpeado Europa de la mano de terroristas que son, en su mayoría, ciudadanos nacidos o residentes en Europa. Ante esta realidad cabe preguntar: ¿Qué pasa para que esos jóvenes que reciben atención sanitaria y educativa, que crecen consumiendo productos occidentales y viven en sociedades plurales y abiertas se vuelvan contra sus conciudadanos? Mucho se ha escrito acerca del fracaso del modelo británico de integración. Algo similar podría decirse de lo que sucede en Francia, Holanda o España. Tenemos un problema de seguridad que no solo tiene que ver con la prevención o la pericia policial, sino que afecta a la convivencia y a la cohesión social. Durante decenios, los países europeos han confiado la integración social al empleo y al uso de servicios sociales, al tiempo que se desentendían de la escuela, de la cultura y del hecho religioso. Pienso que aquí está la respuesta a nuestra pregunta: ¿Por qué no cesa el terrorismo? Suso do Madrid