Cuanto dolor sentido me produce, verme vejada y degradada, al ser  maltratada, utilizada, para ofender blasfemamente, por quien al no tener talento, confunde la belleza de la sátira, con palabras groseras mal copiadas. Y degrada su cuerpo femenino, insultando  a las madres de los hombres, y a la suya propia y a su sexo, rebajándolo al nivel del animal, que todos llevamos dentro. Olvidando el espíritu de los poetas, que hacen que mis versos, sean de la música, lo excelso. Y eso en mi nombre lo urde, diciendo que es poetisa, quien no tiene talento para ello. Y por lo mismo, yo poesía, la denuncio y me rebelo. Y en desagravio, A la madre de las madres, y aquellas que fueron ofendidas, les dedico los siguientes versos: Y es la mujer, femenina, compañera, que al hombre con su amor le da fuerza, fortaleza; pilar, piedra, dónde la humanidad se asienta. Hogar que da la vida por excelencia. Que aconseja, instruye, y enseña a vivir y morir, a quien el hombre llama con su último aliento: ¡Madre! , por materna.  J. R. Pablos