Sr. Director: Ayer, domingo 9 de octubre, fue un placer y un motivo de orgullo para nosotros como zamoranos, dar a nuestros hermanos salmantinos y leoneses la bienvenida a la ciudad de Zamora. Una vez más, los leoneses nos volvemos a unir en las calles, para pedir que se lleve a término nuestro derecho a poseer una autonomía propia, cosa que se nos niega desde el comienzo de esta nueva andadura democrática del estado español. Por el contrario, al más de 1 millón de ciudadanos leoneses, se nos ha impuesto por obligación la pertenencia a una nueva comunidad inexistente con anterioridad, y por tanto incumpliendo principios fundamentales de la constitución, en los que se recoge el derecho de los pueblos a conformarse como entidades autonómicas si así lo deciden, pero en ningún caso obligándoles a ello, como ha ocurrido en nuestro caso y cuyas consecuencias son el hundimiento de nuestra tierra en un terreno cada vez más fangoso y espeso y como muestra, el botón de estos datos: Desde el año de la creación autonómica de 1983 hasta el año 2016, la pérdida poblacional de nuestras tres provincias ha sido de un 11%, (-9,24% León, -7,20% Salamanca y un -19,04% para Zamora) lo que supone un total de 118.251 habitantes menos. Valladolid, por el contrario ha visto incrementada su población en un 7,4% (40.000 habitantes más). Casi el 50% de las grandes empresas se encuentran entre las provincias de Valladolid y Burgos (47,58%) cuando por población sólo debería corresponderles un 33% del pastel autonómico vigente. Curiosamente las grandes empresas asentadas en tierras leonesas representan un 10% menos de lo que nos correspondería por el más de un millón de habitantes que atesoramos. Es evidente que hay demasiada tarta en el plato de estos dos comensales. La media de la renta per cápita de la región leonesa con respecto a la europea es un 24% inferior a la misma, y un 15% inferior a las medias española y vallisoletana, pero más sonrojante es aún, que la renta per cápita burgalesa esté un 3% por encima de la renta media europea, un 14% por encima de la media española, y situada en un valor 27% superior al que tenemos en nuestras tierras leonesas. Estas cifras muestran a las claras que este engendro autonómico sin sentido en el que nos hallamos inmersos, lejos de favorecernos, nos perjudica gravemente, y los leoneses ni tenemos cabida dentro de él, ni la queremos tener a presente o a futuro, no pudiendo más que indignarnos al comprobar diariamente el trato que nos dispensan como territorio subordinado a los intereses castellanos. Los leoneses sabemos perfectamente que esto no es una mera conjetura por nuestra parte, ni una animadversión enquistada que llevemos dentro o hayamos heredado de disputas pasadas y añejas que ya apenas tocan en el corazón de una y otra parte, si no una realidad palpable que todos padecemos en nuestro quehacer cotidiano. Basta con recorrer las calles de nuestros pueblos y ciudades para sentir la bofetada de esta sucia realidad, y no, paisanos, el pueblo leonés está demasiado harto de recibir estos desprecios y abusos, porque nuestro nombre es demasiado grande para recibir tamañas vejaciones. Existe mucha dignidad en el común de las gentes de nuestro pueblo, y un espíritu indomable que jamás se someterá a nada que no sea de justicia, y que nadie dude que nuestra lucha por la autonomía del PAÍS LEONÉS se prolongará tanto como sea necesario hasta su consecución final. Somos el pueblo que jamás cesa. Resulta también insultante, la reiterada y continua negación de los leoneses como pueblo , y ya no sólo para con nosotros, sino para la historia de este proyecto común que debería ser España, existiendo una manifiesta perversión en muchos de los medios de comunicación acerca de nuestro reclamo, además de impúdicamente intentar diluir nuestras señas de identidad, borrándolas de facto, o bien atribuyéndoselas a nuestros vecinos castellanos, modus operandi compartido por los dirigentes del engendro autonómico. Y hay que decirlo bien claro y alto, leoneses, en el terreno político hay bastante cobardía, sobre todo en el caso de nuestros alcaldes y presidentes de las diputaciones. Todos ellos se deben a sus partidos, y a las ordenes que de ellos reciben, pero si verdaderamente pensaran en las gentes que con sus votos legitima su mandato y cargo, la autonomía del País Leonés hace mucho tiempo que tendría carta de naturaleza. Desde aquí les pedimos que por justicia con su tierra y gentes, se despojen del yugo y den la cara por su pueblo, para ostentar dignamente sus cargos. Frente a esta cadena de despropósitos para con las tres provincias leonesas, existen ciudadanos conscientes de que esta tierra no puede permitirse ni un segundo más seguir como una mera espectadora de la incesante emigración de sus gentes, de su despoblación, de su desamparo, de su marginación, de la colonización de su identidad y su cultura, de ver cómo pasan por delante de sus narices las oportunidades laborales, las inversiones públicas y privadas, las infraestructuras y como se están desmantelando las ya existentes, llámense línea ferroviaria de la Vía de la Plata, tren FEVE, o centro logístico ferroviario de Torneros, este último, y a pesar del apoyo expreso de las instituciones europeas, el actual organismo autonómico desestimó su factura. Conscientes de que no podemos permitir una mina de uranio en la comarca de Ciudad Rodrigo cuyas consecuencias pueden ser nefastas, tanto para el medio ambiente, como para nuestras gentes. Conscientes de que ante tales situaciones sólo cabe dar un golpe de timón de 180o, y de acometer con responsabilidad la autogestión de nuestra tierra, de nuestros recursos hídricos, energéticos y naturales, y no quedarse embelesados mirando como nos cierran nuestras empresas y cuencas mineras. Conscientes de que no podemos permitirnos perder definitivamente nuestra lengua, la cual en el presente ejercicio no va a recibir ni un solo céntimo de los presupuestos de la junta autonómica, incluso descartándose su promulgación escolar, y por tanto incumpliendo nueva y reiterativamente el imperativo estatutario que obliga a su protección y difusión, dejando patentes los inexistentes esfuerzos pasados, presentes o futuros para con este bien intangible de leoneses, españoles y en definitiva de toda la humanidad. Conscientes de que se debe revitalizar la restauración y conservación de nuestro patrimonio material e inmaterial para legarlo a las futuras generaciones en las mejores condiciones posibles, sin hacer del mismo un interesado ejercicio historicista a nuestra conveniencia, o estableciendo falsas mezcolanzas y atribuciones a su factura, denominación y origen (cosa por contra si realizada por la Fundación Villalar creada y amparada por el ente autonómico vigente, con la finalidad adoctrinante y manipuladora en pro de la creación de una identidad conjunta para las regiones de León y Castilla, sin ningún precedente en el pasado que lo legitime y soporte). Conscientes de un cada vez más acuciante envejecimiento poblacional al que hay que plantar cara con medidas que rejuvenezcan nuestra tierra, y especialmente a nuestros pueblos, cada vez más distanciados de las ciudades en cuanto a valores económicos, en la calidad y número de comunicaciones y en el legítimo disfrute y acceso a los servicios más fundamentales, y que bajo ningún concepto merecen quedar tan solo como un recuerdo en la mente colectiva, siendo imperioso revitalizarlos y plantarlos definitivamente en el siglo XXI. Conscientes de que nuestra tierra, lengua, cultura, tradiciones, productos, y gentes con independencia de la ideología política y confesión religiosa que profesen, merecen el respeto, el reconocimiento, la denominación de leoneses al referirse a ellos, y lo que es aún más importante, un futuro no sujeto a más trabas y menoscabos que los nuestros propios y los que puedan acontecer en el camino, por todas estas razones, todos los que suscribimos el presente manifiesto, expresamos lo siguiente: La única perspectiva viable que contemplamos para las provincias de Zamora, Salamanca y León, es la de su reconocimiento como una entidad territorial administrativa dentro del ordenamiento jurídico constitucional español, dotándola por tanto de sus propios representantes, y de aquellas competencias ejecutivas, administrativas y legislativas que le sean propias como Comunidad Autónoma. Tal ordenamiento nos corresponde por justicia con nuestra historia, con nuestra cultura, con nuestra maltratada y casi extinta lengua, y con unas tradiciones comunes y de plena vigencia aún en nuestros días. La apertura de esta vía supondrá el modo más adecuado y eficaz de solventar y paliar progresivamente los problemas de esta antigua e histórica región y con ellos, gran parte de los que actualmente sufren todos sus ciudadanos. Al asumir este reto, así como sus derechos y sus obligaciones para con el resto del estado, se posibilitará que con el devenir de los años, el País Leonés recupere gran parte de lo perdido en el camino y prospere en pro de un futuro más fructífero y esperanzador para todos. Nuestro momento es ahora, éste es nuestro tiempo, rechazamos frontalmente esta autonomía actual que no es más que un desafío mentiroso a la historia de España, porque ya ha llegado la hora de poner a estas tierras leonesas en el lugar que jamás les debió ser negado, el de la AUTONOMÍA. Plataforma por la autonomía del país leonés