Sr. Director: El sistema antimisiles que ha empezado a instalarse en Corea del Sur es visto con recelo por China y Rusia, pero es una protección que la Administración Trump debía ofrecer para reafirmar su compromiso con un país amigo, amenazado por un régimen tiránico que condena a su pueblo a morir de hambre y que cada día que pasa supone una amenaza mayor para todo el planeta. Es China quien ha alimentado ese monstruo. Aunque sus relaciones con Corea del Norte se han enfriado mucho desde hace unos años, sigue siendo el único sostén económico y político de una dictadura a la que jamás debería habérsele permitido fabricar armas nucleares. Ya las tiene. Pekín está ahora obligada a deshacer el desaguisado. Para lo cual hay solo una salida, nada fácil: un cambio de régimen en Pyongyang, cambio en el que Pekín es imprescindible. Jesús D.