Sr. Director: No hay angelismo ni espiritualismo en la doctrina católica, como se deduce del documento conciliar: "Tiene pues, ante sí la Iglesia al mundo, esto es, la entera familia humana con el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive: el mundo, teatro de la historia humana, con sus afanes, fracasos y victorias". Pero la primacía de la persona no se confunde con el individualismo, tan presente en el mundo actual, incorporado incluso a esa tendencia paradójicamente sincretista conocida como socialismo liberal. "La índole social del hombre demuestra que el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la propia sociedad están mutuamente condicionados. Porque el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social. La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental" (GS 25). De ahí el aprecio a la vida pública y a las instituciones antiguas o nuevas fundadas al servicio de la humanidad en tantas facetas de la existencia: "la Iglesia quiere ayudar y fomentar tales instituciones en lo que de ella dependa y pueda conciliarse con su misión propia. Nada desea tanto como desarrollarse libremente, en servicio de todos, bajo cualquier régimen político que reconozca los derechos fundamentales de la persona y de la familia y los imperativos del bien común" (GS 42). Suso Madrid