Sr. Director: Las generosas ayudas de la Generalitat a la empresa privada del nuevo presidente catalán han provocado una lógica indignación. Resulta que nada más fundarla, Puigdemont comenzó a embolsarse subvenciones del gobierno catalán. El primer año ya recibió cinco veces más dinero público de lo que él mismo puso en el capital de su empresa. Y en los años siguientes se embolsó hasta medio millón de euros, incluso cuando ya era diputado de CiU. Es decir, mientras apoyaba políticas restrictivas en sanidad o en educación para los ciudadanos corrientes y molientes, fluían cantidades escandalosas de dinero público hacia su empresa privada en la que, para más inri, tenía colocada a su mujer. Todo esto quizá pueda ser legal. No lo sé. Pero, sin duda, no es muy ético ni ejemplar para quien se presenta como Molt Honorable. Francisco Gombau