Sr. Director: La persona que está enganchada a la coca, no puede dejarla. Debe continuar consumiéndola para sentirse bien. Dicen que a la persona que está enganchada al poder, le pasa lo mismo. Debe continuar usándolo para ser feliz. Esto explicaría la conducta de muchos políticos. Aquí en Cataluña, y en Valencia. ¡Y en general, en todas partes! (..). Ante este panorama, nuestra preocupación aumenta. Algo tiene que cambiar: «La duración del mandato. La forma de mandar. La estructura del poder». Algo debe cambiar para minimizar los efectos de esta adicción. Para combatir la adicción a la heroína hay clínicas. Pero, quizás no sirven para resolver el problema de los políticos. (...). El poder es una droga. Actúa como una droga. La satisfacción que genera hace que el poderoso no quiera dejarlo. Dicen que separando los poderes esta droga pierde eficacia. Es como rebajar el vino con agua. (..). En cambio, si el que manda, controla la prensa, el poder judicial y la sociedad civil, esta droga es de una eficacia enormemente peligrosa. Martín Martínez Martínez