Sr. Director: Aún está reciente la sentencia de Rita Maestre, portavoz del gobierno del Ayuntamiento de Madrid, en el caso del asalto a la capilla de la Universidad Complutense. Rita, única procesada y condenada a una multa en primera instancia, resultó finalmente absuelta en apelación por el Tribunal Supremo, que consideró irreprochable penalmente tan infausta actuación. Estos días, el Tribunal Supremo acaba de resolver en apelación otra infeliz actuación: la que protagonizó un grupo de jóvenes al entrar en el centro catalanista Blanquerna, en Madrid, durante un acto de celebración de la Diada en 2013. Los jóvenes no irrumpieron cantando «Moriréis como en el 36» o «Vamos a quemar la Generalidad»; sino «No nos engañan, Cataluña es España» y «Catalanidad es hispanidad». Y pese a la actitud chulesca de alguno de ellos, no hubo amenazas ni agresiones ni apenas daños materiales (que ya abonaron), por más que tal idea se intentó generar en su momento cuando se dio la noticia bajo tintes muy graves, y no con el barniz anecdótico con el que se despachó el asalto de doña Rita y sus amigas. Pero a diferencia del asunto de la capilla, a los jóvenes de Blanquerna no sólo no les han absuelto, sino que les han agravado y aumentado los años de prisión a que ya habían sido condenados. Tras comparar los diferentes criterios utilizados en uno y otro caso para aplicar la ley, resulta muy difícil creer que la justicia es igual para todos. Y todas. Miguel Ángel Loma Pérez