Sr. Director:

Estaba viendo por televisión la comisión del Congreso que investiga la financiación ilegal de PP, cuando el Sr. Tardá de ERC hizo la siguiente pregunta a un empresario, que era el compareciente:

Piensa Vd. que un empresario por conseguir un contrato con la Administración, puede pagar a un partido político.

Y el empresario, después de pedirle disculpas y decirle que no trataba de ofenderle, contestó:

No me encuentro cualificado para, dar opinión o juzgar, lo que en una hipotética situación otras personas pueden hacer.

La pregunta además de improcedente, me pareció maleducada y malintencionada. Y la respuesta no dejó en buen lugar a quién la hizo. Y me vinieron a la mente dos historias expresadas en cuatro ideas.

  1. Un empresario viajo a un país extranjero y firmó un contrato de compra de un producto que a su empresa le dejaría unos sustanciosos beneficios. Más o menos cuarenta millones. Cuando volvió a su país inició los trámites para la importación. En el ministerio de comercio correspondiente dieron la autorización. Más en el de industria, donde debía pasar el producto unos controles de idoneidad; le dijeron que tardarían entre 10 o 12 meses en realizar los análisis.
  2. Después de casi dos horas de conversaciones defendiendo el empresario que ese control se podría tener en muchísimo menos tiempo, y que para llevar acabo el contrato firmado no podían esperar tanto; el alto funcionario le soltó: “con tres kilos” (millones), se podría tener en mes y medio. El empresario – que tenía principios – se marchó indignado. El negocio no se realizó, y tuvo problemas con su Consejo de Administración.
  3. Si se hubiera llevado a cabo la importación, la empresa habría ganado 30 millones. Hacienda se habría llevado 7 millones en impuestos. Se habrían creado 10 puestos de trabajo, de cuyas rentas el estado también habría ingresado… etc.
  4. Otro empresario viaja comisionado a otro país para intervenir en la compra de acciones de un grupo empresarial que se privatizaba por el gobierno de aquel. Después de tres días de conversaciones con dos altos funcionarios que llevaban la representación de su gobierno, y  habiendo llegado a un acuerdo; antes de firmarlo, le dijeron al empresario: “nos gustaría y sería muy bueno que a nosotros  se nos diesen el 5%  en acciones liberadas” Tampoco se realizó el acuerdo al no ser aceptada la descarada propuesta.

Sr. Tardá, ¿quién perjudico más a su nación, país o como quiera llamarlo? ¿Quién es más corrupto? ¿Por qué emplea un tiempo, por el que cobra dinero de todos los españoles, en un trabajo inútil y tan poco productivo para nuestra nación? ¿No están ya los jueces investigando el caso?

La corrupción no es solo de dinero, hay otras peores como pertenecer a un partido que quiere descomponer una nación y, mientras se consigue, estar en altas Instituciones de la misma, e incluso ejerciendo un poder delegado; y seguir cobrando y viviendo de los ciudadanos de esa misma nación.

Hay que tener un cinismo muy particular para en ciertas condiciones erigirse en investigador y juez de las miserias de otras personas.

Para terminar, apuntar que las dos historias son verídicas y sucedidas en dos naciones muy democráticas de nuestro primer mundo.

J. R. Pablos