Sr. Director: En la ceremonia de entrega de los Globos de Oro en USA, la famosa presentadora de televisión, Oprah Winfrey, pronunció un emotivo discurso que deslumbró y puso en pie a todos. Sus palabras iban en defensa de las mujeres acosadas sexualmente por «los hombres poderosos y brutales», y se debían al delicado momento que atraviesa Hollywood y su mediático mundo, a raíz de las denuncias desencadenadas contra el productor Harvey Weinstein y otros personajes también muy influyentes. Pero el discurso, sin duda loable, plantea algunos interrogantes no fáciles de responder... Pues cuesta mucho creer que los allí presentes, Oprah Winfrey incluida, desconocieran lo que venía sucediendo durante décadas en entornos muy cercanos. Cuesta creer que durante tantísimos años y en un ambiente como el de Hollywood, donde el personal no parece caracterizarse por la discreción, reserva y recato, nadie se enterase de lo que estaba sucediendo y el modo de actuar de esos acosadores: personajes importantes y poderosos con los que casi todos habitualmente se fotografiaban y confraternizaban en fiestas y saraos. Como tampoco es difícil conjeturar que las mujeres más afectadas directamente por estos hechos, sean mujeres desconocidas que no hicieron carrera en Hollywood, precisamente por no ceder ante esas presiones y chantajes, ante el silencio cómplice de quienes lo sabían y han callado hasta ahora. En todo este sucio asunto late una indisimulable hipocresía. Miguel Ángel Loma