Sr. Director: Llevamos en España casi cuatro meses sin Gobierno, y más que estaremos, pues salvo sorpresas de última hora, como muy temprano lo tendremos en el último trimestre del año. Pero, ¿de qué manera afecta a los ciudadanos corrientes y molientes, a nuestras vidas cotidianas, a la pequeña economía, a la mediana, a la macroeconomía el que en España no haya Gobierno, y sigamos con uno en funciones? Si uno aborda a cualquiera al azar y le pregunta si le inquieta, le ocupa o preocupa que no haya gobierno, es muy posible que diga que no se nota, que le importa un bledo, o que si no fuera por la tabarra de las diversas televisiones y los voceros de los diversos medios de información y creadores de opinión, apenas no se habría dado cuenta. La actual situación de aparente "desgobierno" apenas preocupa, e incluso, si nos paramos a pensar es para sentirse afortunados en algún grado. Me dirán que si seguimos "así" esto puede ser el caos, una situación insostenible para todos, para la economía y no sé cuántas cuestiones más… Pero, ¿me lo dirían porque tienen alguna razón de peso para asegurar tal cosa, o como resultado de lo que nos repiten los medios de información? Evidentemente, la situación que vivimos actualmente en España es un tanto sorprendente, fundamentalmente por la falta de costumbre… Todo es cuestión de acostumbrarse, acomodarse, hacerse a la idea, pues "el hábito hace al monje". ¿Está realmente preocupado el común de los mortales, les quita el sueño el desgobierno, o por el contrario son los políticos profesionales, sus clientes y amigos, los empresarios de su cuerda que gozan de trato de favor o incluso de situaciones monopolísticas por parte de las oligarquías y caciques de las diversas taifas hispánicas? En España (como en el resto de Europa, aunque no es ningún consuelo) el Gobierno no para de crecer en tamaño y en poder mientras que los individuos se ven cada día que pasa más y más postrados, condenados a situaciones de dependencia, llegando al punto crítico en que la dependencia se convierte en la norma (cuando siempre se ha considerado que debería ser excepción), habiendo llegado a tal magnitud que incluso el más mínimo repliegue del "estado de bienestar" lleva a la angustia, al desconsuelo, al "sinvivir", a la desesperación y, para los más agresivos, a manifestaciones y huelgas. Todos los partidos políticos del consenso socialdemócrata, incluso algunos que durante las campañas electorales prometan hacer lo contrario, una vez aupados al poder emprenden acciones en la dirección que denostaban: más impuestos, más impuestos, más estado, más funcionarios, más empleado públicos, más "observatorios", más "asesores", más burocracia… Por ejemplo, el Partido Popular de Mariano Rajoy, durante la campaña electoral de hace cuatro años y medio no paró de decir (y también su pandilla de aduladores y trovadores) frases tales como: "Un programa para crecer y generar empleo, para apoyar a nuestros emprendedores".  "Estamos convencidos de que los problemas de España tienen solución y de que los españoles tienen futuro". "Presentamos un programa contra la resignación". "Lo que España necesita". Quienes apoyaron al Partido Popular empezaron muy pronto a tener algo claro muchos españoles: que Mariano Rajo no era el presidente que España necesitaba, y que el Partido Popular engañó a sus cándidos votantes. Si algo ha demostrado Mariano Rajoy durante cuatro años de presidente, y lo que lleva de presidente del gobierno en funciones, es una habilidad especial para traicionar a sus votantes, y mientras piensa en más y más impuestos, solicita a los españoles y a sus familias,  y las empresas un mayor "esfuerzo", y todo ello para evitar meter la tijera en el disparatado gasto público que padecemos. Por supuesto, ni Ciudadanos, ni PSOE, ni IU, ni Podemos están por la labor de emprender un camino diferente; no paran de repetir unos y otros que ellos serán mejores gestores y recaudadores, no se engañen, no es otro su mensaje… Diez minutos después de ser elegido presidente, Ronald Reagan (cuadragésimo presidente de los Estados Unidos, 1981–1989) declaró: "El gobierno no es la solución a nuestro problema, el gobierno es el problema". Rechazaba de esa forma la premisa fundamental del New Deal, se refería a las medidas económicas intervencionistas promovidas por el presiente Franklin D. Roosevelt, frente a la "crisis de 1929", que sentaron las bases del "estado del bienestar" en los EEUU, literalmente en castellano «Nuevo trato» es el nombre dado por el presidente Roosevelt a su política estatista/intervencionista puesta en marcha para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos. Este programa se desarrolló entre 1933 y 1938 con el objetivo de sostener a las capas más pobres de la población, reformar los mercados financieros y redinamizar una economía estadounidense herida desde el Crac del 29 por el desempleo y las quiebras en cadena. Ronald Reagan se puso de inmediato a la faena, empezando por atacar a los cimientos del New Deal con una radical reducción de impuestos, una desregulación masiva, un enfrentamiento frontal contra el sindicalismo (atropellando, hasta derrotarlos, a los controladores aéreos por intentar hacer una huelga ilegal) y tratando de contener el crecimiento del gobierno (lo cual consiguió sólo en parte). Dado que Mariano Rajoy Brey no se parece en nada a Ronald Reagan, y puesto que los "responsables" de haber colocado al frente del Gobierno de España a un hombre "sin lo que hay que tener", fueron los 185 diputados que hace cuatro años formaban el Grupo Popular del Congreso, solamente era posible que ellos mismos lo destituyeran aunque solo fuera para intentar evitar un batacazo del PP en las siguientes elecciones; aunque solo fuera para tratar de conservar su "empleo", pues no había que ser ningún profeta, o tener alguna clase de capacidad adivinatoria para anticipar que Mariano Rajoy acabaría llevando a España al caos más absoluto, y arrastraría a su partido a un callejón sin salida… Transcurrió el tiempo y los diputados del Partido Popular no tuvieron la gallardía de destituir a Mariano Rajoy y su Gobierno, y tampoco hicieron nada para obligar al Gobierno a poner en práctica el programa con el que habían ganado las elecciones, no tuvieron el coraje de obligar a Mariano Rajoy a emprender y proseguir sin tibiezas, sin complejos, sin temor de clase alguna el camino de la "regeneración" prometida durante la campaña electoral. Después del precioso tiempo perdido, a estas alturas a poca gente le debe quedar dudas de que la regeneración democrática sigue estando pendiente y de que esa regeneración debe apoyarse en dos ideas principales: 1) los partidos, sindicatos y patronales no pueden seguir siendo subvencionados con nuestros impuestos y han de financiarse con las aportaciones de sus afiliados; 2) el Estado Autonómico ha de darse por muerto y hay que desmantelarlo cuanto antes, para poder recuperar el estado unitario, la igualdad de todos los españoles en derechos y obligaciones independientemente donde se nace o pace… para recuperar también la unidad de mercado y crear una sola oficina central de contratación de bienes y servicios. Las dos son condiciones imprescindibles, conditio sine qua non, para la supervivencia de la sociedad española. De esos dos objetivos, de esos dos principios, se deducen un cúmulo de consecuencias ulteriores entre las que está la reforma completa de la Ley electoral y la eliminación del sistema de listas cerradas y bloqueadas, la puesta en marcha de un sistema de representación realmente proporcional, y la implantación de las segundas vueltas en todos los comicios, así como la marcha inexorable hacia la efectiva división de poderes. La gente en general se pregunta si es necesario mantener 17 modelos educativos de tan escasa calidad como denuncian constantemente los informes Pisa, 17 sistemas sanitarios, 17 sistemas de licencias de caza y pesca (como tener 17 permisos de conducir), 17 fiscalidades, 17 parlamentos autonómicos, 17 representaciones internacionales… En definitiva, 17 modos de imitar en pequeño y sin recursos, a los grandes Estados, con ambiciones de gasto versallescas. El Gobierno Central, a la Administración del Estado, ha de recuperar con la mayor prontitud posible las competencias de Sanidad, Educación, etc. transferidas a las "Comunidades Autónomas", y no proseguir con las que están en camino de ser transferidas, como la de Justicia. Liquidar-desmantelar todas las Empresas, Fundaciones, y demás "Entes Públicos deficitarios", sean a escala regional, provincial o municipal. "Estas" son algunas medidas a tomar sin dilaciones, por parte de Gobierno Central, una vez apartado Mariano Rajoy y su panda de incapaces, si no se quiere seguir defraudando las esperanzas de millones de españoles, lo contrario sería tratar de impedir por todos los medios granjearse las antipatías de "la izquierda" y de los separatistas, procurar no padecer incomodidades a corto, medio e incluso largo plazo… El "problema" es que nadie salvo VOX tiene lo que hay que tener para plantear abiertamente, sin tapujos todo lo que se viene hablando… Carlos Aurelio Caldito