Sr. Director: Rafa Nadal, que lograba hace dos meses su décimo título en la tierra batida de Roland Garros, una gesta deportiva que le coloca entre las leyendas del deporte mundial, empieza un nuevo torneo como número uno del ranking mundial. Pero Nadal no es solo un ejemplo por la cantidad de títulos que gana, lo es también, y sobre todo, por su calidad humana. Por encarnar desde la sencillez y la humildad al deportista que todos los niños quieren ser, en tiempos en los que escasean los referentes sólidos. Por huir de la banalidad y el foco frívolo para centrarse en su vida pública y privada, sin utilizar más recursos que los de su enorme talento para el tenis. Por tener, además de talento innato, tiene afán constante de perseverancia y de superación. Por saber levantarse después de haber caído y volver a lo más alto, tras pasar un año lesionado, casi en blanco. Por provocar siempre en sus adversarios en la pista una palabra de admiración y un aplauso sincero. Por saber ganar y saber perder. Por querer a España y emocionarse sin complejos cuando suena su himno. Ha sido nuestro abanderado en unos Juegos Olímpicos y fue reconocido en 2015 con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, precisamente por su conducta ejemplar, su esfuerzo y su dedicación. Es capaz de transmitir normalidad ante cada uno de los extraordinarios triunfos que logra. Por todo ello, Rafa Nadal es un ejemplo de valores y virtudes; un deportista ejemplar, en el genuino y moral sentido de la palabra, que nos hace entender el verdadero sentido del deporte y nos hace sentir el sano orgullo de ser sus paisanos y de reconocer en él lo mejor de la marca España. José Morales