Sr. Director: Habría que remontarse en el tiempo hasta llegar a la Alemania nazi para poder ver una xenofobia tan denigrante como la que se observa ahora en el Reino Unido. El triunfo del Brexit ha legitimado la intransigencia foránea hasta puntos insospechados. El Gobierno de Theresa May está haciendo saltar todas las alarmas de la UE por sus acciones contra los inmigrantes. La primera acción deleznable que ha tomado ha sido darle cuajo a la ordenanza que ya existía sobre castigar a los propietarios que alquilen su piso a inmigrantes sin papeles con multas de 3.000 libras (4.250 euros) y con penas de cárcel de hasta cinco años. La segunda acción ha sido pedir a las empresas británicas que proporcionen la lista de sus empleados extranjeros, con el objetivo de asegurar que estos no quiten empleos a ciudadanos británicos. Ante la alarma social que esta medida ha suscitado, Theresa May ha reculado. De momento. Y la última aberración que ha cometido ha sido exigir a los colegios que identifiquen a sus alumnos extranjeros. Las madres de éstos temen que dicha identificación la quieran para hacer una criba entre el alumnado, con idea de expulsar o mermar de las aulas el número de  foráneos. Visto lo visto, ahora sí que me creo aquello que dijo May «Brexit is Brexit». Que nadie se espere que la salida de los británicos de la UE se produzca de manera almibarada. Será amarga. Jon García