Sr. Director:

Cualquiera es hoy alguien muy importante aunque lo único destacado sea lo que en realidad hace pese a que tenga menos relieve del anhelado.

Todo quehacer, por el mero hecho de afrontarse con ilusión cada mañana, es ya de por sí algo imprescindible, como se puede comprobar cuando viajamos y observamos por los ventanales de los aeropuertos a cientos de operarios revoloteando antes, durante y después de la salida de un avión. Los comandantes no podrían desarrollar su vistosa y compleja función sin esa red de personas que les rodean en su tarea.

De lo que hablo aquí, sin embargo, no es de eso, sino de la tendencia moderna a fardar de cuanto se haga, poniendo el foco en dicha actividad, por discreta que sea. Este fenómeno ya comenzó hace algún tiempo, cuando afloraron los dispositivos automáticos para hacerse tarjetas de visita en las grandes superficies. A partir de entonces, los camareros comenzaron a llamarse “sector hostelería” o los barrenderos, “recuperadores de residuos sólidos urbanos” y por ahí seguido.

Si no contáramos con la participación de todos esos oficios en nuestra vida cotidiana, pronto constataríamos su trascendencia. Sin embargo, lo que no aporta demasiado es esa ridícula presunción que pretende subrayarlos, llegando a lo cómico.