Sr. Director:

Por si fuera de su interés, le adjunto un artículo que he publicado en The Objective, titulado No está en la máquina.

Uno de los hechos que nos diferencia a los seres humanos de las máquinas que nosotros mismos creamos, es que somos capaces de cambiar las cosas cuando nos lo proponemos. La constancia, la disciplina y sobretodo la determinación por hacer que las cosas cambien nos hace mas que diferentes, para lo bueno y para lo malo.

En el mundo actual se trabaja con modelos predictivos, con big data, con múltiples herramientas de análisis para intentar saber o determinar cuál va a ser el comportamiento del ser humano en base a un análisis de millones de datos que nos facilita una maquina. En los últimos dos años se han procesado mas datos que en toda la historia de la humanidad.

Empresas de consumo, los Google de este mundo, entidades financieras, incluso partidos políticos intentan predecir o adelantarse a cual va ser nuestro comportamiento. Cada vez existen más datos, mas rastros nuestros, sobre cómo, cuándo y porqué hacemos esto o lo otro. Existe casi un "gran hermano" sobre todo lo que hemos hecho en el pasado.

Sin embargo, no se tiene en cuanta el ánimo o voluntad que podamos tener los seres humanos en cambiar las cosas o que las cosas pasen de manera diferente. En muchas ocasiones las cosas pasan por la voluntad humana y por registros que están en nuestro cerebro que nos hacen cambiar las cosas o cambiar nuestro comportamiento.

Hemos vivido esta semana un episodio tremendamente trágico y que ha supuesto una tragedia, con el accidente de un avión, donde por la desgracia de un comportamiento de un ser humano que ninguna maquina pudo prever se han perdido ciento cincuenta vidas. 

Muchas veces olvidamos lo obvio y nos centramos en un montón de análisis de informaciones que nunca nos darán ese punto diferencial sobre nuestra manera de actuar. Debemos humanizarnos un poco mas y tener en cuenta no tanto el análisis por el análisis, si no al ser humano como tal. Esto nos ayudará a evitar guerras y desgracias como las que estamos viviendo y eso no nos lo proporciona una máquina. Cuantos más datos tenemos, menos nos conocemos.

Santiago Foncillas