Sr. Director: Un elemento que ha caracterizado muy negativamente la campaña electoral del recién elegido nuevo presidente de USA, Donald Trump, ha sido el de sus excesos verbales en mítines y declaraciones, palabras que en no pocas ocasiones contenían gruesas descalificaciones hacia colectivos que han podido sentirse legítimamente ofendidos. Descalificaciones y frivolidades que le han convertido a veces en un bocachancla, una circunstancia que han utilizado sus adversarios y enemigos para arrearle hasta en el cielo de la boca. No obstante, alguna justificación ha encontrado al tratarse de alguien que procedía del mundo de los negocios y no de la política profesional, donde todos saben que ese tipo de desahogos resultan impropios en quien se postula a puestos políticos tan elevados como el de Trump. Por eso mismo, sorprenden las primeras declaraciones públicas de Susana Díaz tras conocer la noticia de la elección de aquél, diciendo que su victoria «representa una amenaza para la convivencia». Que la presidenta de una comunidad como Andalucía, con importantes intereses con el Gobierno estadounidense al contar con dos bases yanquis en su suelo, y con un intercambio comercial más que notable, realice unas declaraciones tan potencialmente ofensivas como esas, demuestra que los bocachanclas pueden florecer por cualquier lugar. Aunque, a diferencia de Trump, doña Susana sí que ha sido criada y educada con el único objetivo del ejercicio profesional de la política. Miguel Ángel Loma