Sr. Director: Vuelven a las andadas los que predican a favor de los animales; enternecedora filosofía por la que simulan un supuesto amor, nada reprochable, hacia el mundo animal, sentimientos a los que me uno, aunque no de forma violenta como muchos de ellos, ni de forma parcial, como todos ellos. Dicho que es envidiable el pronunciamiento de este colectivo, hemos de considerar la parcialidad que establecen en sus amores; si los humanos se excluyen de los animales, nada que objetar a ello; pero dado que la raza humana pertenece también al mundo animal, creo que hay una gran discriminación, por olvido o mala fe, del ser humano. Además según mi estimación, el ser humano es un animal sociable, el primero en la valoración de los mismos, con capacidad de sentir, amar, razonar, aprender y (para los creyentes) con un alma que los ennoblece y les hace eternos. Por todo ello, si a los animales no racionales se les da el privilegio de evitar su sufrimiento y su muerte, ¿cuál es la razón de no hacer lo mismo con el rey de la creación? A los seres humanos se les desprecia, desde los primeros momentos de su vida, y se les condena a una muerte cruel, a veces con mucho sufrimiento, en el mismo vientre de la madre que le debería dar la máxima protección. Por todo ello, señores animalistas, hasta que no amparéis a todo el mundo animal, es injustificable vuestro comportamiento; nunca podré apoyar vuestra actitud mientras exista un solo ser humano asesinado por el aborto. Pablo D. Escolar