Sr. Director: Amnistía Internacional (AI) es una asociación fundada en Londres en 1962 por el abogado Peter Benenson que, junto a otros colegas suyos, decidió formar una organización cuyos objetivos principales eran la denuncia y liberación de los presos de conciencia y encarcelados por sus opiniones, fomentar el derecho de asilo y ayuda a los refugiados, e instar a la creación de un mecanismo internacional para asegurar la libertad de opinión y expresión. Como instrumento más efectivo para conseguir estos objetivos eligieron la publicidad de cada caso, así como la de los informes oficiales que elaboraban sobre diferentes cuestiones. En palabras del político británico David Alton, la misión de AI, «elaborada por Peter Benenson –su fundador católico– era hablar por los que no tienen voz y buscar la protección de los que están siendo perseguidos, torturados y cuyas vidas están en riesgo, debido a leyes injustas o regímenes totalitarios». En coherencia con estos principios, cabría deducir que AI tendría que ser una organización defensora de los seres humanos más inocentes e indefensos que actualmente son exterminados por millones mediante el aborto. Sin embargo, AI se descuelga ahora con una campaña proabortista que busca modificar la octava enmienda de la Constitución de Irlanda, donde se reconoce «el derecho a la vida del no nacido, con el debido respeto al igual derecho a la vida de la madre». Una campaña que se publicita mediante un vídeo con la tenebrosa imagen de un templo católico en ruinas y con un texto anticatólico con la voz del actor Liam Neeson. Se repite así el conocido fenómeno humano de la traición de una institución a los principios y valores de su fundador, cuando ser fiel a éstos implicaría navegar a contracorriente. Miguel Ángel Loma Pérez