El problema del ministro de Educación y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, es que es un cursi de mucho cuidado. Y así, su 'éxito' consiste en firmar un pacto de educación, cuando debería consistir en defender la libertad de enseñanza, con pacto educativo con otros partidos políticos... o sin él.

La libertad de enseñanza se traduce en el cheque o bono escolar. Cheque que se otorga a los padres para que estos elijan en qué colegio estudia su hijo. Pero naturalmente ese pacto no lo desean ni los empresarios de la enseñanza, ni los sindicatos de la enseñanza ni los funcionarios de la enseñanza. No les conviene nada. Los padres elegirían los buenos colegios, tanto privados como públicos... y el resto tendrían que cerrar. 

Y esa libertad de enseñanza -cheque escolar- no la quiere ningún partido político ni tampoco el ministro que dice defenderla (bueno, ya ni lo dice): Méndez de Vigo.