Tres instituciones cristianas (Cáritas, Confer y Justicia y Paz) han emitido un comunicado sobre la situación en las vallas de Ceuta y Melilla, ante la avalancha de personas de raza negra provenientes de África que pretenden entrar en las dos plazas españolas de África para colarse en Europa. Merece la pena leer el comunicado. Caritas y compañía argumentan bien -aunque no la explicitan- en favor del principio cristiano de las fronteras abiertas y la acogida al inmigrante. Y eso es bueno. Critica los aspectos más duros (por ejemplo, la alambrada) de la política del Gobierno español (curiosamente, del marroquí, que lleva lustros utilizando la inmigración para controlar Ceuta y Melilla) ni una palabra, pero, en cualquier caso, también esa denuncia resulta pertinente. Leña al Gobierno ante cualquier despropósito con los más débiles. Hasta ahí bien, pero lo cierto es que ninguna de las tres instituciones dan solución al problema. Y eso está muy mal porque suena a demagogia. ¿Abrimos la valla de Ceuta y Melilla para todo aquel que quiera entrar en el país? ¿Con controles o sin control alguno? ¿Qué hacemos con las personas que no aceptemos? ¿Establecemos cuotas? ¿Es ético cerrar las fronteras a los inmigrantes si se les ayuda en su país de origen para que no tengan que emigrar? Nada de eso no se cuenta en el comunicado pero sí se golpea a España. Criticar sin ofrecer una política migratoria alternativa no vale. Y resulta muy injusto. Hispanidad redaccion@hispanidad.com