El historiador Javier Paredes ya le ha dado cumplida respuesta en Hispanidad a la alcaldesa de Madrid, peligrosa neocomunista de tono moderado, doña Manuel Carmena.

Su colega, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, es la revolución desde abajo, Carmena desde arriba, desde el poder.

Por eso habla de legalidad. No es ley, es poder político lo que pretende.

El comunismo clásico se imponía por la fuerza, el neocomunsimo de Colau, aún más de Carmena, busca la legitimación de las urnas.

Pero hay diferencias. Manuela es más lista que Ada, por eso le ha abroncado cuando la centrífuga de la Ciudad Condal, alcaldesa y activista, soltó aquello de que Madrid fue la resistencia contra el fascismo en 1936 y que ahora la gloria de esa batalla contra el fascismo son los progres catalanes, muchos de ellos independentistas. Carmena salió al quite: en el Madrid de 1936 los milicianos defendían la legalidad. Muy cierto: asesinaban con el apoyo del Gobierno.

¿Quién es mejor, Manuela o Ada? Ninguna de las dos, naturalmente. Pero la más peligrosa es Manuela